Aunque la diabetes sea una de las principales causas de muerte en España, sigue siendo una gran desconocida. A grandes rasgos: existen dos tipos de diabetes: tipo I (personas que necesitan administrarse insulina, de lo contrario mueren) y tipo II (personas que con pastillas y una dieta adecuada y ejercicio físico logran manejar la enfermedad). Ni una es más grave que la otra ni la primera es mejor o peor que la segunda. Y aquí viene el “intríngulis” de la cosa: hay tantas diabetes como pacientes. Cada diabético es un mundo y es el propio paciente quien conoce mejor su diabetes, incluso mejor que su endocrino. En estos 32 años como paciente crónica tipo I he tenido médicos de todo tipo, desde uno que me aconsejó dejar de inyectarme insulina hasta mi actual endocrino con quien puedo charlar amigablemente y quien me escucha y confía en mí, algo muy importante para los que manejamos la enfermedad.

Debuté como diabética a los 7 años, cuando no existían los glucómetros (las maquinitas con las que obtenemos el nivel de glucosa en sangre a tiempo real y en solo 5 segundos o menos) sino que adivinábamos los niveles mediante unas tiras reactivas con la orina y donde los resultados eran más que fortuitos ya que de repente cambiaba de color y nunca sabías exactamente cuál era la cifra exacta! Tampoco existían los bolígrafos de insulina, sino que íbamos con neveras donde metíamos los viales y las jeringas. En fin, viajar en aquellos tiempos se volvía una ardua tarea. Hoy en día somos mucho más libres en cuanto a los medios, aunque seguimos presos de nuestra libertad, en mayor o menor medida. Entonces las insulinas eran otra cosa, provenían de los cerdos y por esa razón yo creo que me gusta el color rosa desde bien pequeña….siempre pensé que le debía mi vida a los cerdos!. Hoy en día la insulina es parecida a la humana, por lo que podemos comer de todo, pero en cantidades concretas. Recuerdo mi niñez y adolescencia a dieta estricta, sin excepciones, pero la cosa ha cambiado y mucho. En lo que no ha cambiado es en la obligación de controlar lo que como, descansar obligatoriamente y realizar actividad física casi a diario, pero en su justa medida. Recuerdo como hace 30 y pico años mis padres me llevaron a mi primera escuela de ballet para obedecer al doctor: “esta niña debe hacer deporte” y así fue. Después de pasar un mes hospitalizada y estar al borde de la muerte, necesitaba un programa de actividad física. Ese fue el primero de mis pasos dentro del mundo profesional al que me dedico.  Al fin y al cabo, la diabetes ha hecho cosas buenas por mí!  Después vinieron varias crisis y complicaciones de la enfermedad que volví a superar gracias a mi conocimiento del mundo del movimiento y el ejercicio físico. Y es que la enfermedad va atacando a diferentes órganos según su antojo, incluso manteniendo unos buenos niveles trimestrales (aproximadamente cada 3 meses se nos evalúa mediante un test de “glicosilada”, que no deja de ser una media de cómo has ido últimamente, nos chequean los riñones, la vista…)

Debemos mirar nuestros niveles de glucemia con un pinchazo en el dedo que extrae una pequeña gota de sangre que depositamos en unas tiras reactivas que insertamos en una maquinita (que siempre llevamos con nosotros, junto con la insulina, sin excepción, ya que en cualquier momento puede bajarte el nivel y debes consumir azúcar rápidamente). Esto se debería hacer antes y después de desayunar, comer y cenar, como mínimo. Si se entrena, pues hay que mirarlo antes y después de la sesión y tomar medidas si es necesario. Sé que muchos diabéticos no son tan exigentes con su enfermedad, lo respeto, pero cuando has pasado por complicaciones, no quieres ningún hilo suelto, y menos cuando tu diabetes es lábil, es decir, va por libre y los niveles fluctúan a pesar de todas las medidas que se tomen. Ese es mi caso. Normalmente, tenemos sensaciones físicas y psíquicas que nos avisan de las bajadas y subidas de azúcar (mareo, visión borrosa, taquicardia, llanto, tristeza, irascibilidad, temblores…), pero en muchos casos, esas “alertas” se van perdiendo con el tiempo. La cosa empeora durante las horas de sueño, ya que a veces me he despertado a mitad de la noche a punto del desmayo ya que mis “sensores de alerta” no han sido suficientes para pararlo a tiempo.

Como deportista desde niña, la diabetes ha sido un hándicap para mí, y repito: para mí. Eso no significa que lo sea para el resto de personas con diabetes, ya que quizás otros diabéticos la manejan mejor ya que son tipo II, o tipo I pero de corta evolución, quizás su diabetes no sea lábil como la mía… No hay un diabético igual a otro. Debemos mantener nuestro nivel de glucosa en sangre entre 70 – 110 mg/dl (cifra que también va variando según lo emite la Organización Mundial de la Salud u otros organismos). A partir de esta premisa, imaginaos que debo hacer malabares durante todo el día para mantener ese nivel, cosa que a veces ha llevado a sumirme en una depresión por lograr mantener las cifras. Si la cosa está por debajo del nivel mínimo, debo comer algo, pero dependiendo de la hora y de la última inyección, deberé comer una cosa u otra y en mayor o menor medida. Si no solvento rápidamente la situación, la cosa puede llegar a desmayo y coma hipoglucémico Si la cifra está entre los límites, deberé tener en cuenta qué actividad física voy a realizar (incluso si voy a caminar más de lo normal, así que imaginaros lo que me supone cuando viajo a otras ciudades donde se camina más que en Ibiza, y eso es muy fácil, ya que aquí me desplazo en coche siempre), la hora del día que sea y lo que he hecho previamente. Si el nivel supera la cifra máxima, deberé suministrarme insulina o no, dependiendo nuevamente de qué voy a hacer a continuación y cuando comí por última vez. En conclusión, que todo “depende” de todo! Es como estar jugando a la lotería todo el día!

  • Los músculos utilizan glucosa como combustible durante la actividad y el ejercicio físico, aparte de otros nutrientes. Esa glucosa la obtiene de la glucosa que viaja en sangre o de las reservas que hay en los músculos o en el hígado.
  • La insulina y el ejercicio físico permiten que la glucosa en sangre, entre en las células y se utilice como “gasolina” para que los músculos funciones. Por lo tanto, si no hay suficiente insulina, la cosa se complica. Si por el contrario hay un exceso de insulina o de actividad física, entra demasiada glucosa en  la musculatura y el nivel de glucosa en sangre baja de manera que se produce una hipoglucemia.

Por otra parte, para mi rutina diaria de entrenamiento, ya sea de pesas o Pilates necesito que mis niveles estén dentro de lo correcto, de lo contrario, no puedo entrenar y eso, desafortunadamente pasa bastantes veces, dependiendo del estrés, del clima, del descanso, de mis hormonas…por ejemplo, de 8 a 12 de la mañana no debo entrenar, ya que me suelo inyectar para desayunar y necesito un par o 3  horas para controlar todo. También suelo viajar por trabajo cada 10 días aproximadamente, por lo que el clima del destino, ritmo del día, las distancias que camino, la comida….todo afecta a mis niveles, que suelen estar más alterados de lo normal, así que tengo que estar más pendiente de ellos.

¿AFECTA EL TIPO DE EJERCICIO FÍSICO A LOS NIVELES DE GLUCEMIA?

Si. He comprobado mediante gráficas y datos que no es lo mismo realizar entrenamiento de FUERZA que uno de RESISTENCIA u otro combinado. He llegado a las siguientes conclusiones: el trabajo anaeróbico predominantemente, como el levantamiento de pesas, halterofilia…. tiene un efecto sobre la glucemia durante muchas más horas después del entrenamiento que uno puramente aeróbico. Si realizo pesas durante mi sesión, sé que mi glucemia va a permanecer a la baja durante casi todo el día, cosa que es positivo (recordad que los diabéticos, al no segregar insulina propia y tenerla que administrar artificialmente, solemos tender a la acumulación de glucosa en sangre). En cambio, si hago una clase de “dance”, “indoor cycling” o “step” va a incidir en la glucemia en ese momento del entreno y poco más.Por lo que a veces se debe ingerir algo de hidratos antes del entrenamiento para suplir la falta durante la sesión. Entendamos que un trabajo nunca es 100% aeróbico u anaeróbico, excepto casos excepcionales (carreras de velocidad o levantamiento de peso 1 REP MAX.). Si realizamos trabajos de alta intensidad ó HITT pueden incidir tanto en la glucosa en sangre en ese momento como durante las siguientes horas ya que se combinan varios trabajos.

Por lo tanto, si sois diabéticos y queréis realizar ejercicio físico, lo primero es chequear vuestra glucemia antes de la sesión y después. Tener siempre el glucómetro a mano y algo de glucosa en caso de hipoglucemia. Ir anotando el tiempo de la sesión, la insulina que os habéis inyectado antes del ejercicio, los valores del glucómetro e id sacando vuestras propias conclusiones, ya que cada día os enfrentareis a un nuevo reto y es mejor que tengamos todas las armas a nuestro alcance. Buena suerte!

Artículo publicado en el Diario de Ibiza